Si claro tenemos que los ojos son las ventanas del alma, el ejercicio que practicamos al mirarnos fijamente a pocos centímetros nos permitió reconocer al otro en su máxima expresión, nos dio a osadía de sostener la mirada con la del compañero, a pesar de que al principio nos daba risa, nervios, desespero, siento que al final entendimos la realidad del ejercicio y finalizando cumplimos con el objetivo del mismo, así mismo, entrar en un campo de confianza, de aceptación, de invitación, y sobre todo de bienvenida. El establecer esa conexión, dio lugar a ver más allá de un rostro, una mirada en calma es un ser en calma, y era una manera de interactuar con el otro de una manera ajena a la verbal. Opino que esta experiencia hizo que reconociéramos al otro, a las nuevas personas que estarán inmersas en nuestra vida por un largo tiempo y poder contar con los demás.
De todas estas fotos, contare la historia de la primera, en ella está mi tío Jhonatan, el hermano menor de mi papá. Era mi cumpleaños número dos, y la temática era Barney, me gustaba mucho ese programa de pequeña, recuerdo que me levantaba muy temprano para no perderme los capítulos. Bueno, sigo con la historia, no recuerdo muchos detalles pero sé que me taparon los ojos y cuando los abrí mi tío me había traído ese peluche que llevo en las manos, y en todas las fotos de ese día salgo con él, porque era como lo que más quería en ese instante. Me cuenta mi tío que cuando abrí los ojos le pregunté que si era para mi, y me puse a llorar de la felicidad; también me dice que no se lo prestaba a nadie, y que jugué mucho con él.
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